Todo
el mundo sabe que la historia de nuestro planeta cambió para siempre
algún tiempo después de los juegos olímpicos de Pekín. Sucedió
que las costas y mares de la tierra se llenaron de una especie animal
muy dañina y contaminante, parecida a un calamar, a
los que se llamó "calaguarris".
Los calaguarris eran numersosísimos e imposibles de atrapar, pero lo
peor era que llenaban las aguas del mar de aceites, latas, papeles y
todo tipo de basuras. La situación era terrible, pues
el planeta se contaminó a toda velocidad,
y se organizaron cazas y equipos de investigación avanzadísimos
para intentar acabar con aquella plaga. Pero nadie era capaz ni
siquiera de pescar un calaguarri.
Pito Pescaito fue el primero en
conseguirlo. Era
un niño que vivía en una pequeña aldea de pescadores y cuando
enseñó su calaguarri se convirtió en el niño más famoso del
mundo.
A la aldea llegaron sabios, científicos y gobernantes de todas
partes para estudiar aquella especie. Todo se preparó para abrir al
animal, e
incluso iba a ser retransmitido por televisión a todo el
mundo...
Así
que todo el mundo alucinó cuando al abrir el calaguarri descubrieron
una minúscula nave espacial del tamaño de zapato con unos
marcianitos dentro. Resultó que eran simpáticos y divertidos, y muy
listos, y
en muy poco tiempo estaban hablando con los gobernantes del mundo,
todos muy enfadados con la actitud tan sucia y contaminante que
tenían con el planeta. Así que todos esperaban una explicación
para un comportamiento tan poco civilizado...
-
Venimos de un planeta que iba a ser destruido - comenzaron
explicando-. La tierra nos gustó tanto, que
estuvimos días espiando lo que hacíais los humanos,
para poder quedarnos aquí haciendo lo mismo y que fuerais felices.
Por eso, al ver que plantabais latas, papeles y aceites, inventamos
unas máquinas carísimas que hacían lo mismo,
y escondidos en disfraces de calamar, tratamos de vivir felices y en
paz. ¿Estáis contentos? ¿podemos quedarnos? por fiiii....
Los
calaguarris se quedaron esperando una respuesta.
Pero nadie dijo nada. Todos, hasta los que lo veían por televisión,
estaban rojos de vergüenza,recordando
la última vez que habían tirado un papel o un poco de aceite al
suelo.
Y todos los que lo vimos, seguimos recordando cómo unos inocentes
marcianitos nos hicieron darnos cuenta de lo poco que cuidábamos el
planeta.
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