Regal
no podía oír nada. Era un niño normal en todo, pero había nacido
sordo. Era muy famoso en el pueblo, y todos le trataban con mucho
cariño, pero a la hora de la verdad, no le tenían muy en cuenta
para muchas cosas. Los niños pensaban que podría hacerse daño, o
que no reaccionaría rápido durante un juego sin oír la pelota, y
los adultos actuaban como si no fuera capaz de entenderles, casi como
si hablaran con un bebé. A Regal no le gustaba mucho esto, pero
mucho menos aún a su amigo Manuel, que un día decidió que aquello
tenía que cambiar. Y como Manuel era el hijo del alcalde, convenció
a su padre para que aquel año, en honor de Regal, dedicaran un día
de las fiestas a quienes no pueden oír, y durante 24 horas todos
llevaran unos tapones en los oídos con los que no se pudiera oír
nada.
La idea fue muy bien recibida, porque todos querían mucho
a Regal, que durante las semanas previas a las fiestas tuvo que
aguantar bastantes miradas de lástima y sonrisas compasivas. Y el
Día del Silencio, como así lo llamaron, todos fueron a ponerse sus
tapones con gran fiesta y alegría. La mañana estuvo llena de
chistes, bromas y risas, pero según fueron pasando las horas, todos
comenzaron a ser conscientes de las dificultades que tenían al no
poder oir. Pero todo lo que aprendieron sobre lo difícil que era
vivir así, no fue nada comparado con el gran descubrimiento del día:
¡Regal era un fenómeno! Como resultaba que ya nadie se fijaba en su
sordera, aquel día Regal pudo jugar a todo como cualquier niño, y
resultó que era buenísimo a casi todo. Y no sólo eso; Regal tenía
una mente clara y ágil y aquel día como nadie tenía la prisa
habitual todos pudieron atender a Regal, que era quien mejor se
expresaba por gestos. Y todos quedaron sorprendidos de su
inteligencia y creatividad, y su facilidad para inventar soluciones a
casi cualquier problema. Y se dieron cuenta de que siempre había
sido así, y que lo único que necesitaba Regal era un poco más de
tiempo para expresarse bien.
Así que el Día del Silencio fue el del gran descubrimiento de Regal, y de que había que dar a todos la oportunidad de demostrar lo que valían. Y para que otros aprendieran la misma lección, desde aquel día, cada vez que alguien visitaba el pueblo le recibían con gran alegría, poniéndole un gran gorro con el que no se podía oír nada.
Así que el Día del Silencio fue el del gran descubrimiento de Regal, y de que había que dar a todos la oportunidad de demostrar lo que valían. Y para que otros aprendieran la misma lección, desde aquel día, cada vez que alguien visitaba el pueblo le recibían con gran alegría, poniéndole un gran gorro con el que no se podía oír nada.
(Este cuento podemos complementarlo realizando una actividad complementaria en la que los niñ@s puedan experimentar la ausencia de uno de los sentidos como en este caso el oído, la vista, etc)
No hay comentarios:
Publicar un comentario